El frío besa sus rostros Despoblados y ansiosos Y mitiga el temor de aquellos ojos huecos vestidos de despojos éste invierno. En las calles corruptas De los viejos ensueños Agonizan los miedos en silencio. La calma es un siniestro que no está. Miro a esos niños desnudos que acunan su pobreza. Acudo hacia su efímera inocencia, Arropan su dolor contra la vida ingrata Como queriendo olvidar. Son ancianos los años del olvido Que pregonan las voces ateridas De los árboles que el viento aún no derribó, Veo pasar a ése niño que un día me recuerda, he sido yo. Quién pudiera salvarles los ojos, O quizá el corazón. Que no se muera el niño de sus almas, Qué será de él mañana, qué será de los dos?
Lilian...
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